Reflejos en el agua

Mucho tiempo atrás, cuando proyectaba sus rascacielos de cristal, Mies descubrió trabajando con maquetas de vidrio, que la importancia expresiva del material radicaba en su carácter reflejante y no en el tradicional juego de luces y sombras. El vidrio actúa simultáneamente reflejando y dejando pasar la luz. Una nueva estética se funda en este concepto. Uno puede atravesar visualmente un plano de vidrio, al tiempo que ve el entorno reflejado en su superficie.

La advertencia siempre presente del reflejo diluye la supuesta virtualidad del cerramiento de cristal. Un lámina transparente puede transformarse también en barrera infranqueable.

Límite y vacío, la gran cristalera orientada al sur (y por lo tanto hacia el sol), mira sin obstáculos a la ciudad de Brno y se convierte en el gesto expresivo más decidido de la casa Tugendhat.

El espacio interior del salón está perfectamente acotado y es autosuficiente; en este sentido la pared de cristal funciona completamente como un límite. De lo contrario, experimentaríamos una intimidante sensación de inseguridad y exposición.

Gracias a la doble valencia transparente-reflejante, la compenetración entre interior y exterior resulta relativa y cambiante. Esta condición queda explícitamente expresada en el invernadero lateral sobre la fachada este. Allí, un jardín exótico entre dos paredes de cristal da forma a una naturaleza artificial, como si de un montaje fotográfico se tratara. El cristal enmarca desde dentro esta naturaleza domesticada, pero al mismo tiempo, la transparencia del material juega a hacerla parte de la naturaleza exterior. Dentro o fuera, naturaleza real y escenográfica, reflejo múltiple y ambiguo sobre el vidrio y la lámina de agua a ras de suelo.

En el pabellón de Barcelona, Mies utiliza las láminas de agua como superficies reflec­tantes. Al igual que las paredes de cristal, son materia arquitectónica más que elementos de la naturaleza. Su ubicación en los márgenes del espacio interno, como en el caso de las membranas transparentes, contribuye a desdibujar los límites y a sostener la ambigüedad de la dialéctica entre interior y exterior.

La vibración del dibujo de la piedra pulida es también la del cromo plateado de los pilares, la de los cerramientos de cristal o la superficie del agua, en la medida que todos ellos son reflejos del ambiente. Las formas se desmaterializan y recomponen según nuevos códigos plásticos: “reflejos en el agua”.

Desde la perspectiva que nos da el uso del vidrio como nuevo material, y de su técnica de producción y construcción, nos acercamos a una obra para­digmática del proyecto moderno. Nunca hasta ese momento el vidrio había construido un espacio doméstico con tanta radicalidad y belleza.

Texto extraído de: Aníbal Parodi, Puertas Adentro, interioridad y espacio doméstico en el siglo XX, Edicions UPC, Barcelona, 2005

Publicado por | 29 de septiembre de 2016 - 14:45 | Actualizado: 29 de septiembre de 2016 - 14:51 | PDF