Habitación a cielo abierto

El patio, como idea, es parte del imaginario colectivo, y ha estado presente a lo largo de toda la historia de la arquitectura. Los tipos son vías de penetración en la memoria y Aalto lo sabe. Sin embargo, cuando recurre a ellos, como en este caso, no intenta reproducir su esencia más íntima, sino todo lo contrario, ponerla a prueba. Ensaya la ductilidad del “material” que tiene entre manos, manteniendo al patio en los límites de su identidad, pero solo hasta el punto preciso en el cual siga garantizado su funcionamiento como tipo.

Borges definía al patio como “el declive por el cual el cielo se derrama en la casa”. Aalto recoge este sentido de captura y referencia del universo exterior que protagoniza el patio, generando, desde su centro, fugas visuales que acompañan los tres ejes de coordenadas espaciales. Acto seguido, este tranquilo orden geométrico (ejes cartesianos, planta cuadrada), se subvierte con la incorporación de nuevas dinámicas oblicuas. El declive metafórico se transforma en real y el paisaje resbala, en suave pendiente, desde los altos muros protectores hacia el interior del patio.

Al abandonar su ubicación tradicional central, el patio no solo enmarca el cielo y las copas de los árboles, sino que hace lo propio con el paisaje, cercano y lejano, a través de dos estratégicas interrupciones en su envolvente perimetral.

La envolvente del patio evidencia en su expresión el conflicto entre dos universos a los que sirve de frontera. La transición desde la indefensión del mundo exterior al abrigo del vientre interior, viene acompañada por un desdoblamiento del muro perimetral en dos estratos claramente diferenciados: hacia fuera los ladrillos reciben un tratamiento homogéneo que presenta a la vivienda como un monumental volumen defensivo blanco, en contraste con el verde del bosque; hacia dentro, el patio, como una fruta abierta, muestra un auténtico catálogo de disposiciones geométricas hechas con distintos formatos cerámicos, en distintas tonalidades de rojo y trabadas según múltiples variaciones de ritmos y texturas). El blanco pertenece al mundo de lo exterior y el rojo al corazón de la vivienda

Con sus puertas y ventanas abiertas al entorno circundante, el patio de Muuratsalo puede considerarse como una verdadera habitación interior que ostenta, por otra parte, una envidiable unidad expresiva. Las paredes se decoran con geométricos cuadros y altorrelieves, cuyo lenguaje abstracto se extiende al diseño del muestrario de alfombras de distinto tamaño, color y textura, que cubre el suelo por completo. En el centro, como es habitual en la arquitectura nórdica, se ubica el lugar del fuego, en torno al cual cocinar, reunirse y encontrar abrigo. En la noche cerrada, al encender la hoguera, es la luz titubeante de las llamas la que reconstruye los márgenes de la habitación, momentáneamente perdidos en la oscuridad.

(Texto extraido de Puertas Adentro, interioridad y espacio doméstico en el siglo XX, Aníbal Parodi, Edicions UPC, Barcelona, 2005)

Publicado por | 29 de agosto de 2016 - 11:46 | Actualizado: 4 de septiembre de 2016 - 17:16 | PDF

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