El camino de la aventura. Prólogo al bloque asiático
Por MSc. Arq. Fernando García Amen

El-camino-del-héroe

 

El camino de la aventura es el camino del héroe. Solo él es capaz de lanzarse a ella y sucumbir ante su llamado, su seducción, y sus peligros.

Estimados lectores: están invitados a abrir sus pulmones y dejar entrar en ellos todo el oxígeno que les sea posible. A sentir ese aire pesado, denso, que define la atmósfera oriental. Contengan la respiración. La estadía en el continente asiático dura lo que dura un respiro.

El bloque dos es, sin ambages, una incitación al descubrimiento y una invitación a conocer las culturas más exóticas y diferentes.

El llamado de la aventura responde, según Campbell[1] a la fórmula representada por los ritos de iniciación-separación-retorno.

La iniciación del héroe, en tanto que etapa de preparación de la aventura, implica una aceptación del destino, un amor fati. Lo cual no es sino un reconocimiento tácito de la propia condición, y también la asimilación de las determinantes implícitas en la misma.

El viajero iniciado en el bloque uno, comienza aquí su etapa de separación del mundo conocido. Inicia su camino en la aventura del desarrollo personal y del conocimiento de sí mismo.

En este punto el porvenir representa el traspaso de un portal invisible que permitirá conocer y descubrir nuevos y diferentes mundos. Desde las inmensas avenidas de la milenaria China hasta la ultramoderna urbanización de Dubai; desde las heladas nieves del Himalaya hasta las calientes noches de Alejandría; desde las densas selvas de Tailandia hasta las ruinas de las polis griegas de la costa egea.

“Ogro, por qué habría yo de tener miedo? -dijo el Príncipe Cinco Armas. -Si se tiene una vida, es absolutamente seguro que se tendrá una muerte. Es más, tengo en mi vientre un trueno. Si me comes, no podrás digerirlo y perecerás. Por eso no tengo miedo”.

El Príncipe Cinco Armas, iniciado y separado de los suyos para transitar su camino, se refería a la iluminación del conocimiento. Este héroe no era otro que el futuro Buda en una encarnación anterior.

El héroe iniciado sabe que debe separarse, para emprender un viaje. Su viaje. Que lo llevará por los caminos recónditos de lo inesperado, que no son otra cosa que la vida.

El camino de la aventura llega a su cénit con la iluminación, con el desarrollo personal; en suma, con la conquista del conocimiento. Este crecimiento interior, que se nutrirá de un vasto contacto endocultural, tendrá su remate en la llegada a la ciudad de las luces, donde el universo de lo exótico cerrará su portal –quizá- para siempre. Allí otra vez los parámetros y criterios se redibujarán y todo adquirirá una vez más un agradable halo de familiaridad. Nuevos objetivos esperarán en París. Nuevos aires refrescarán; y nuevos desafíos pujarán por ser cumplidos. El continente asiático habrá sido inolvidable, y ciertamente nadie saldrá indemne de él. Ni en su memoria ni en su sentir.

Ya pueden soltar el aire. A lo lejos se divisa el campanario de una catedral. Sopla un viento fresco desde el norte.

[1] CAMPBELL, J. “El héroe de las mil caras. Psicoanálisis del mito”. México, FCE, 2010.

 

Publicado por | 4 de junio de 2015 - 10:00 | Actualizado: 4 de junio de 2015 - 10:20 | PDF

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