Eje temático 1: La sociedad, la ciudad y la arquitectura en cambio

Docente referente: Adriana Barreiro

Hace no muchos siglos, los grupos sociales que convivían en un territorio dado se caracterizaban por los lazos de “solidaridad mecánica” que en ellos primaban: comunidades eminentemente rurales, en las que todos realizaban tareas similares (asociadas a la agricultura) y en las que se contaba con la colaboración de los demás para, por ejemplo, plantar en grandes extensiones. En la Edad Media, a partir del desarrollo de los talleres, de la capacitación de aprendices, del incremento en la escala de producción, de la ubicación de algunos en lugares estratégicos (como el cruce de los caminos), de la comercialización de lo producido, las actividades se diversifican, cada grupo se especializa en algo en particular, surgen los oficios, y ya no se compite por la venta de los mismos productos en el mismo mercado ó feria. La “solidaridad orgánica” lleva a otras dinámicas, a otras formas de zonificación –susceptibles de ser percibidas en las principales ciudades de oriente, en cualquier mercado del mundo árabe y, más adelante en el tiempo, en la estructuración de las principales ciudades a visitar en el viaje–. La ‘organicidad’ remite, además, a la idea de que la ciudad es un órgano en sí: una parte del todo, uno de los elementos que hacen al funcionamiento de la estructura social, económica y productiva. Pero también una entidad que es, en sí misma, un organismo vivo. Y que, fuere como parte integrante de un todo ó fuere como ser individual, está en permanente cambio, en mutación constante, en re-alimentación permanente a partir de su praxis de vida. Cambia, evoluciona, se desarrolla: tal como nosotros. Así, el cambio social, el cambio en los espacios urbanos, el cambio en la forma de concebirles y plasmarlos mediante la producción arquitectónica es –sin duda alguna– lo único permanente.

Los cambios políticos, los cambios en la economía, los cambios demográficos, los cambios en los sistemas educativos, sanitarios, de la seguridad social y en otros tantos repercuten –de forma drástica– en las ciudades, en los modos de habitar, en las necesidades que –desde la arquitectura– deben cubrirse. La división de un país en un conglomerado de países, el crecimiento de la tasa de natalidad, el aumento de los divorcios, la mejora de los sistemas de salud, la suba en la expectativa de vida, las soluciones habitacionales para hogares unipersonales ó de adultos mayores, las oleadas de migraciones, la necesidad de más aulas y escuelas, de nuevos centros comerciales en los que tales contingentes de personas puedan consumir, en aeropuertos que alberguen, en “no lugares”, a quienes hayan de sentirse como en casa mientras están en tránsito … todo refiere a cambio. A cambios que se suceden en distintos territorios y en sitios que tienen tradiciones, identidades, comunidades locales y corporativismos (de sus arquitectos y de tantos otros) que –a su vez– plantean desafíos para crear, en arquitectura, en clave de internacionalización.

El cambio ha sido, es y será lo único permanente. Y remite a la vida.


Entrega de avances de trabajos, fase pre-viaje, de los estudiantes del grupo de viaje:

Publicado por | 21 de marzo de 2013 - 04:15 | Actualizado: 19 de abril de 2013 - 00:28 | PDF