La silla negra del dormitorio blanco de la casa de la colina sobre el río Clyde
Por Aníbal Parodi (Docente de Taller Scheps)

Ladderback chair, Hill House, Charles Rennie Mackintosh 

Helensburgh, en el momento de la construcción de la casa, era un poblado de la periferia de Glasgow, recientemente conectado a la ciudad por una nueva línea férrea. El terreno elegido está ubicado en una suave pendiente hacia el Río Clyde; de ahí el bautismo de la vivienda como “la casa de la colina”.

A pesar de que el exterior evoca las casas señoriales escocesas, Mackintosh ha simplificado y depurado su expresión conservando, como concesiones a la tradición,  las altas chimeneas y las torres cilíndricas..

Mackintosh retoma la característica planta en “L” de tradición “Arts and Crafts”. Todas las áreas sociales y de recibimiento se ubican en la planta baja, mientras que las habitaciones privadas se agrupan en el primer nivel. Teniendo en cuenta las dimensiones de la casa – 26 habitaciones- Mackintosh tendrá la posibilidad de diseñar la totalidad del equipamiento tan solo en cuatro de ellas. Sin embargo, estas serán claves en la medida que responden a los espacios de mayor representación: el recibidor, el salón, la biblioteca y el dormitorio principal.

El dormitorio de los Blackie, conocido como dormitorio blanco es concebido como un microcosmos íntimo dentro del amplio universo de la casa. A través del permanente control del uso del espacio y la expresión del conjunto, Mackintosh logra que, de un ambiente que se construye a partir de la sucesión de rincones autónomos y diferenciados, emane una unidad casi orgánica.

El espejo blanco refleja la habitación blanca bajo la luz blanquecina que filtran las cortinas blancas.

Como es de esperar, en una habitación tan blanca, la luz se difunde rápidamente realzando las texturas y provocando en el visitante la necesidad instintiva de tocar.

La opción por la claridad, la luz tamizada, el blanco y el marfil es puesta en valor al combinarla con tonos tenues de violeta, rosado y verde o al contrastarla con piezas de mobiliario oscuras.

En la atmósfera diáfana del dormitorio, las ladderback, sillas excepcionales diseñadas en 1902 especialmente para este dormitorio, se convierten en nítidos grafismos que anclan la composición de la habitación. El gesto, delicado y seguro, que estira su respaldo al límite de lo posible (en todos los sentidos) lo ofrece como un objeto de expresión puramente formal. Algunos han incluso asociado este gesto de “estiramiento” de la forma con las sombras largas de los países nórdicos. Su elegante presencia prima por sobre cualquier aspecto funcional.

El tacto nos ofrece sutiles variaciones (ocultas en la uniforme oscuridad de su silueta): la sección elíptica de los componentes verticales, amablemente curva, no es constante y el plano del respaldo se arquea ligeramente. El perfil antropomórfico es acentuado cuando el ritmo de la “escalera” del respaldo culmina en una trama regular inscripta en un cuadrado, verdadera cabeza del centinela que custodia el sueño de los dueños de casa.

Su rol en la habitación es esencialmente de orden escenográfico (…o mejor dicho: de orden y escenográfico), al punto que difícilmente podemos imaginarlas fuera de sus puestos.

Publicado por | 19 de julio de 2013 - 21:32 | Actualizado: 30 de julio de 2013 - 17:01 | PDF

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