Bitácora Colectiva Uno_ 1ro de Mayo en Chicago
Por Ana Clara Vera, Joaquín Russo, Florencia Carranza y Lucía Gutiérrez
(Estudiantes del Grupo de Viaje 2013)


Primero de mayo, nos cuesta encontrar información sobre actividades relacionadas a la fecha.

A algún compañero le ofrecen un folleto que nos guía hacia una concentración. Encontramos unos gringos con remeras naranjas en torno al monumento a los mártires. Sobre el escueto y perdido monumento tres claveles rojos marchitos del día, el sol es bastante intenso, la gente escasa comienza a marchar. La policía a pie y en bicicleta delimita la senda de la calle por la cual puede transitar la marcha.

Caminamos unas cuadras entre banderas de USA y gringos de remeras naranja.

Algún comunista que me muestra su carnet de afiliación al partido y me dice “Ana tomale una foto” y nos indica que estos son unos “burgueses amarillistas” y que otras marchas se irán uniendo a esta…

Efectivamente al cabo de unas cuadras se suma una columna mucho más concurrida y diversa. En su mayoría trabajadores latinos que claman contra la ley de inmigración y la separación de familias… los acompaña en su cruz “el Cristo inmigrante”.

Las consignas son una sumatoria extraña de reclamos y la columna una sumatoria diversa de gente.

Un tipo enorme encapuchado lleva en alto la bandera de la diversidad, detrás asoman católicos que también convocaban a la marcha y entre estos se colaban unos gringos anarquistas. Más atrás las banderas del partido comunista. Flamean juntos Marx, Lenin, el Che y la bandera yanqui.

“Y uno no sabe si reír o si llorar
Viendo a Trotsky en Wall Street fumar
La pipa de la paz.”

El muro de Berlín, Joaquín Sabina.

La marcha nos devuelve al Federal Center, nos regala la posibilidad de ver el espacio público transformado. En su máxima expresión.

Ana Clara Vera


Hoy es primero de mayo, pero la Columna Cerro-Teja, no me va a alegrar la mañana desde debajo del balcón de Agraciada. Como estoy solo porque me dormí, averiguo la ruta y salgo a Chicago con el ingenuo objetivo de encontrar un yanqui entonando La Internacional en algún acto de reducida concurrencia. Desencuentros de por medio, llego antes que el resto del grupo al lugar. A veces moverse solo en una ciudad desconocida tan grande produce miedo, pero en este caso, charlo largo y tendido en el ómnibus con un negro macanudo cuyo nombre lamentablemente no recuerdo y que me enseña como bajarme del autobús. El acto es más decepcionante de lo esperable. Un pequeño grupo con una densidad de megáfono/persona peligrosamente cercana a 0,5 rodea un monumento feo y pequeño. En la vereda del frente otro grupo con proclamas antidiscriminatorias contra los latinos, observa el acto y lo “apoya” vitoreando de vez en cuando desde el otro lado de la calle. Hay cinco policías en bicicleta asegurando el orden público. Me entero que este acto partirá hacia otro lugar y por el camino se le sumarán otros colectivos. Así es. Y estos últimos son muchos más. Inmigrantes, homosexuales, anarquistas. Tal como viene pasando cada vez más, los grupos sociales unidos por causas puntuales acumulan más gente que el sindicalismo tradicional. Las banderas y los colores son los de siempre; mucho rojo, negro, arcoiris,  Marx, Engels, Lenin, Stalin, el Che, etc. Algo desentona: las consignas que corean, que no podrían encender la llama revolucionaria ni del más radical de los radicales, y un crucifijo que llevan como estandarte. El Cristo de los Inmigrantes lleva esposas colgando de las muñecas, y detrás suyo, se alinea más gente que detrás de las demás pancartas y banderas. Metros atrás viene la Virgen de Guadalupe. ¿En dónde mierda estoy? Cristo y La Virgen Patrona de México custodian la marcha hasta su destino, una plaza, donde ante la obra de Mies Van der Rohe, un diputado estatal negro da un discurso que algunos oyen y otros cuantos más ignoran. ¿Qué es esto? Ver todo esto me puso algunas cosas en perspectiva, y me hizo extrañar los discursos a veces delirantes de tales actos en mi país. Esa gente, más que hombres marchando por algo parecían vacas a las que sacaron a pasear por un corral más largo para que se sintieran libres y mugieran más fuerte. Marcha ordenada, decibeles controlados, policía sonriente, consignas tímidas, poca garganta, mucho altoparlante. El próximo primero de mayo ya sé que la Columna Cerro-Teja va a ser por lo menos una persona más gruesa.

“There must be some kind of way out of here,
Said the Joker to the thief,
Theres is too much confusion,
I Can´t get no relief…”

Bob Dylan – All along the Watchtower.

Joaquín Russo


10:00 a.m., Federal Center, Chicago.
Era mi primer edificio de Mies Van Der Rohe.
Cada parte está compuesta en torno a un gran espacio que oficia de plaza. Cumple con las premisas de su pensamiento.
Un gran algo llama mi atención.
Una escultura contrasta con el perfecto orden marcado por los edificios. Es roja, libre, espontánea, insinuante, sin una forma definida, es lo que llena de fuerza el espacio. Es el contraste perfecto.

15:00 p.m., Federal Center, Chicago
Nuevamente en el mismo edificio de Mies Van Der Rohe que horas antes veía por primera vez.
Otra vez un gran algo llama mi atención.
Una marcha multi-temática se apodera del espacio, transformándolo.
Cual escultura, altera el orden de la ciudad, ahora controlada por tres helicópteros sobrevolando la plaza.
Llenos de colores y banderas, cada colectivo reclamando por sus ideales intentan sentirse libres, la espontaneidad de sus cánticos le da fuerza a su lucha. Al igual que la escultura, el contraste es perfecto.

Florencia Carranza


Llegamos al punto de encuentro, un “monumento” al borde de la vereda, remeras anaranjadas y carteles estandarizados, poca gente, decepción. Al rato se suman más (ahora se pone bueno, pensamos), en su mayoría latinos, remeras blancas y pancartas variadas, la proclama: “REFORMA INMIGRATORIA”. Los cánticos sonaban menos fuerte o calaban menos hondo que en mi paisito, el más popular: “no somos uno, no somos cien, somos millones, cuéntanos bien” quizá incitaba a acompañarlos, otros, viniendo de donde vengo más bien me distanciaban: “adelante, adelante, con el Cristo inmigrante”.

La gente marchaba, la policía ordenaba, y otros, muy pocos, salían a ver qué pasaba. Al tomar la calle principal cada tanto algún señor de traje, desde la puerta de la oficina miraba con cara de desaprobación. Entre ellos un portero de hotel me llamó la atención, de traje y con cara de desentendimiento; llevaba su identificación sobre el bolsillo del saco, no recuerdo exactamente su nombre pero no difería demasiado de Juan Pérez.

Llegamos al lugar donde se leía la proclama, decidimos irnos, y me quedé pensando… ¿alguien los habrá escuchado?

Lucía Gutiérrez


Publicado por | 1 de junio de 2013 - 15:38 | Actualizado: 1 de junio de 2013 - 15:56 | PDF

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