La cúpula y el Infobox
Por Jorge Casaravilla (Docente del Grupo de Viaje 2013)

Infobox, Scheneider y Schumacher. Berlín, 1994.

En 1997 visité por primera vez Berlín como integrante del grupo de viaje de la generación ´90.

El paisaje urbano estaba mayoritariamente dominado por grúas. Cualquiera fuera el punto al que se dirigiera la mirada, la primera referencia era uno de éstos “zancudos” de metal. Luego, estaba la ciudad.

Rápidamente comprendí que esto no era casual, sino que estabamos en medio de un proceso de re-unificación, donde la pugna oriente-occidente aún podía olerse en el ambiente. Clara, rotunda y aceleradamente, occidente buscaba rubricar la caída del muro y de todo el sistema que lo sustentaba, y la mejor forma que encontró fue hacerlo a los gritos. Millones de dólares desembarcaban en la ciudad para impulsar esta nueva ola transformadora y las reformas del sector de la Postdamer Platz eran su buque insignia. En medio del desorden, casi apoyado en algunos restos del viejo muro, un curioso artefacto, el infobox, abría sus puertas a los visitantes para darnos las “buenas nuevas”. Era un curioso pabellón prismático rojo de 60x15x15m, de carácter temporal, que se elevaba unos diez metros del piso gracias a unos delgados pilotis. Desde su azotea, más allá de las grúas,  podía percibirse el pulso actual de la ciudad: hacia un lado, los deslucidos bloques de las manzanas del Berlín Oriental, del otro, los recientes zurcidos en la trama de la IBA de la década anterior. Bajo nuestros pies, sectores borrosos de ciudad que, mas o menos, seguían el trazo del muro haciéndolo aún visible.

Hoy, 16 años después, la visita a la cúpula del Reichstag nos ofrece, desde una perspectiva similar, un paisaje completamente diferente. La ciudad es, aparentemente, una sola.  Los esfuerzos de unificación continuaron, los zurcidos se extendieron al otro lado de la virtual línea y, afortunadamente, los decibeles bajaron. Alemania restauró su capital y bajo nuestros pies está ahora el parlamento, controlado desde arriba, metafóricamente, por su pueblo. La cúpula como principal icono de esta era, se esfuerza por mostrar ciudad, gobierno y pueblo final y felizmente unificados.

Pero al pisar suelo nuevamente y zambullirnos en su intensa trama, Berlín se encargará de mostrarnos que quizás aquella visión sea sólo una ilusión óptica. La ciudad nos invita a hurgar en su bullicioso y cosmopolita presente y desde allí descubrir los rastros de un riquísimo y complejo pasado que, afortunadamente, se ha encargado de conservar.

La memoria urbana puede ser un buen aliado a la hora de reconstruir su complejo pasado. Debemos agudizar nuestros sentidos y apagar quizás algunos layers, para poder percibirlo.

Cúpula del reichstag. Nosrman Foster, 1999.

Publicado por | 22 de septiembre de 2013 - 00:08 | Actualizado: 9 de septiembre de 2013 - 18:01 | PDF