Editorial 01 – El tempo
Por Adriana Barreiro Díaz (Docente del Grupo de Viaje 2013)

Bien podríamos imaginar que, sea en el Patio de Farq, sea en cualquier calle, sitio o vericueto tanto de nuestra ciudad como de cualquier otra comprendida en el itinerario del Grupo de Viaje, se registrara un diálogo así entre dos personas:

-. ¿Tienes más o menos claro qué es la genética?
*. Si.
-.¿ Y la memética?

-. ¿Sabes qué es lo que, en ti, determinan los genes?
*. Si, más o menos.
-. ¿Y los memes?

Esas mismas dos personas, u otras, es de estimarse, en algún momento tomaron conocimiento de ciertos “dichos populares” que rezan:

“De tal palo, tal astilla.”
“Lo que se hereda, no se roba.”
“Todo depende del ojo del observador.” (Por no decir que “todo es relativo”).

… Y ahí alguien bien pudiera acotar: “ahhh, pero la tercera aseveración es de un tenor diferente”.  ¿Será que si?  ¿Cómo se delinea el ojo del observador? Los genes seguro tienen que ver, mas ¿acaso los memes también?

La intención de este Editorial no es el que hordas de usuarios de buscadores en Internet vayan a consultar qué es la memética –aunque, aclárase, no es acá que vamos a develar el intríngulis– sino el subrayar que hasta tal punto todo es relativo que, incluso, lo es la forma en la que pensamos, al menos a nivel consciente, respecto de cuáles son las motivaciones, los factores, las variables que inciden en nuestras preferencias, en el por qué optamos por ciertas cosas y desdeñamos otras, en el por qué nos detenemos y le prestamos especial atención a determinados constructos, edificios, formas, tramas, aromas, colores, y, eventualmente, por qué a otros no.

Por supuesto que las ideas –las cuales, pretensamente, habrían de ser estudiadas por una disciplina otrora denominada ideología, que luego devino en otra cosa–, las corrientes teóricas, las capacidades en materia de recursos humanos, la habilidad del artesano, la intuición de quien arriesga a innovar, las condiciones socioeconómicas, los intereses que se articulan en torno al territorio y a distintas actividades y corporaciones, las posibilidades de incidir en las instancias de toma de decisiones, y, sobre todo, el proyecto relativo a qué hacer, cómo, por qué y para quién … todo eso, y más, está detrás de cada una de las cosas ante las que nos detenemos y a las que les prestamos atención. Pero, ahí, también estamos nosotros. Está el ojo del observador. Está cada uno con su mochila. Están los orígenes, las vivencias, los filtros, las cosas no resueltas, las formas en que nos vinculamos con los demás, los aromas y los colores a los que referíamos y que hacen al bagaje de cada quien, a las preferencias de cada uno, a lo que “mamamos”, a lo que somos a partir de las interacciones sociales y al por qué decidimos qué.

Un viaje, y sobre todo un viaje que tiene aristas asociadas con “lo académico” –y que, además, se ubica, en términos formales, en espacios de la grilla curricular de una carrera de grado, habilitando a la obtención de créditos en la misma– sería deseable conllevara a un cierto grado de vigilancia epistemológica. Puede ser concebido como un desafío mayor. Y está ahí.

La intención de este Editorial, tal como tuvimos oportunidad de decirlo antes, no es el que vayamos a, rápidamente, consultar algo en un buscador de internet sino, más bien, el invitar a que percibamos lo que ya está ahí, y también aquello con lo que contamos, quizás re-interpretándolo, en un tempo distinto.  Look!

Trecho del film Smoke (1995), dirigido por Wayne Wang.

 

Publicado por | 9 de mayo de 2013 - 10:18 | Actualizado: 4 de junio de 2013 - 04:49 | PDF

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