Las nanas de la Tía Vieja
Por Joaquín Russo (Estudiante del Grupo de Viaje 2013)

Soy de izquierda. Esto, que dicho así no quiere decir nada concreto, sí quiere decir necesariamente que me corresponde tener una simpatía casi hormonal con Cuba y su revolución, La Revolución. Un cariño indestructible, flexible como todo lo irracional y reforzado con algunos cuantos argumentos fuertes. El ejercicio del contraste entre mis nociones previas y la realidad fue sin dudas violento.

Lo primero que me sorprendió,  no fueron las palmeras, ni el color del agua, ni el calor, sino que la gente no te conteste el saludo, o no te diga “de nada” después de tu “gracias”. Al principio pensé que era simplemente descortesía deliberada (que ya era de por sí bastante decepcionante), pero se trataba apenas de una arista de un fenómeno mucho más complejo. Por supuesto no fue así con todos los cubanos, pero sí con los funcionarios estatales, y la mayoría de la gente “común”. Es que el adoctrinamiento es tan fuerte que ha eliminado todo vestigio de acto superfluo, como la amabilidad, la imaginación y el pensamiento creativo. Me  gustaría pensar que algo de eso queda intacto en la Facultad de Artes, pero al no tener cita concertada, el guardia de la puerta no nos dejó entrar ni a los patios. Una persona que no se permite, conociendo las normas, interpretar su trabajo, para innovar y hacerlo mejor cuando cada situación lo amerita, no fue educada para pensar libremente que es lo mismo que decir que nunca será libre verdaderamente.

Lo que sí sobrevive, es la viveza humana para procurarse la supervivencia y algunos lujos de vez en cuando. Todos tienen un trabajo paralelo para compensar los salarios irrisorios, una “lucha”. Sacarle dólares a los turistas, es una de las principales. Desde vendedores callejeros, hasta policías, todos intentan exprimir al turista, bajo la sospecha, en general cierta, de que uno es multimillonario comparado con ellos. La vejación económica al turista es moneda corriente en todos lados, pero a mí me dolería menos si no me constara que en Cuba es consecuencia de la búsqueda de la supervivencia de la gente común, porque no me consta que ningún cuadro importante, integrante del gobierno, tenga que recurrir a tales artimañas. Quizás lo que duela en definitiva sea la constatación de que en vez de tener una revolución de hombres libres e iguales, tenemos una revolución de supervivientes, adoctrinados, con una clase gobernante. Desigualdad, que le llaman. Esperaba verla en todo caso, en formas más sublimadas.

La Fiscalía descansa. Habla la defensa.

Las injusticias que observé en Cuba no son peores que las de ninguno de los otros países que he visitado, y estoy seguro de que eso va a seguir así por todo el mundo. No hay más desigualdad en el sistema cubano que en el capitalismo, simplemente se magnifica la importancia que uno le otorga al hecho por una cuestión sentimental digamos. Es también cierto que no existe tal cosa como el desamparo total, la gente sin vivienda, los niños que piden en la calle, la gente con hambre, analfabetismo. Ese tipo de cosas, que son a priori argumentos sensacionalistas de la índole del famoso “comé que hay niños que se mueren de hambre en África”, cobran su valor verdadero cuando uno camina por la calle y se enfrenta  con esas realidades en lucha cuerpo a cuerpo. También es cierto que asumir tan fácilmente la contundencia del adoctrinamiento educativo en Cuba, solo es justo si no olvidamos que en la educación que tenemos todos, nos han adoctrinado con similar contundencia, simplemente ya no lo detectamos. De las libertades que gozamos, algunas son “bondades” genuinas de nuestra democracia y otras son las que el capitalismo tolera por ser inocuas o funcionales a este, aunque a nosotros nos guste pensar que todas son conquistas. Fuera de La Habana y Santa Clara, donde dada su condición de ciudad los fenómenos negativos se expresan con más virulencia, pudimos descansar en casas de familia donde no hicieron otra cosa que tratarnos bien, y experimentamos la agradable sensación de conversar con gente confiados de que no querían manguearnos. Por último, el tan mentado bloqueo, que no es excusa para muchas cosas (con treinta años de ayuda soviética, no se ha podido construir una estructura industrial autosuficiente), se hace sentir en muchas otras y no deja de ser un sabotaje infame e innecesario que pone un palo en una rueda que ya es casi cuadrada de por sí.

Allá alguien me dijo que Cuba es como una tía vieja, que ya está devenida, caprichosa… terca y sorda, pero a la que es imposible no querer. Porque en su juventud fue valiente y hermosa, generosa con los sobrinos, y además de tanto en tanto rejuvenece para nosotros en las reuniones familiares y es a la vez tan joven como la sonrisa del Che y tan añeja como el mejor ron.

 

Compas de viaje en Cuba: Betiana Epifanio, Lucía Gutiérrez, Fernanda Chafes, Mariana Briozzo, Ana Clara Vera, Matías González, Pablo Jaso, Rodrigo Muñoz.

Itinerario: La Habana – Santa Clara – Remedios – Cayo Santa María – Trinidad – Cienfuegos – Playa Girón – La Habana.

Foto: Santa Clara, Cuba. Joaquín Russo 

Publicado por | 6 de mayo de 2013 - 05:54 | Actualizado: 29 de mayo de 2013 - 04:37 | PDF

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