ESTACION DE SERVICIO AROCENA ANCAP

Estación de Servicio ANCAP Arocena.

La obra del arquitecto Rafael Lorente Escudero admite, en su amplio espectro y para quien la observa en 1933, variadas lecturas reveladoras y todas ellas de diferentes rasgos de una rica personalidad que se dedicó a la labor profesional con una enorme seriedad y responsabilidad y, sobre todo, sensibilidad.

A través de la estación ANCAP de la calle Arocena esquina Otero, (realizada en colaboración con el arquitecto Robert Beraldo) quiero atender da lo que considero uno de los aspectos más significativos de su aporte: la articulación entre un estricto planteamiento funcional y una sensible atención al entorno circundantes, articulación que determina las bases generadoras de la composición.

En muchas de sus obras anteriores, y pienso fundamentalmente en los numerosos locales industriales y de servicio realizados para ANCAP, apreciamos una familiaridad con las búsquedas de renovación arquitectónica desarrolladas en Europa a la vez que una intencionalidad de suavizar sus aristas más vanguardistas mediante detalles que refirieran a la escala humana de sus usuarios.

En esta estación de servicio se aleja de los lenguajes racionalistas y desarrolla un planteo absolutamente funcional con un lenguaje que prioriza la inserción de la obra en un  entorno particularizado al cual se busca calificar y enriquecer.

A través de sus materiales: piedra, ladrillo, madera y teja francesa, se integra en color y textura a las construcciones predominantes en Carrasco. Recostando una parte sustancial de las instalaciones, depósitos, mantenimientos y servicios contra la medianera norte logra disponer de un amplio espacio en el cual ubicar, en forma de pabellón, al igual que los grandes chalets circundantes, el edificio principal de atención al público y la cubierta a dos aguas de protección al suministro de combustible.

La simplicidad del sector de servicios solo calificado por su cubierta inclinada de tejas y que llega al frente con un muro en que se combinan la piedra y el ladrillo sirve de marco para el más rico desarrollo del volumen principal, en el que el revestimiento de tablas de madera superpuestas cobra protagonismo y en el cual se realiza un sutil juego entre la solidez y fuerza del volumen y la variedad de recursos que se utilizan en sus vanos para dar distintos grados de apertura y relación interior-exterior.

Los muretes de piedra que definen el área de la estación y regulan su relación con la vereda, la pérgola que une el volumen central con el de servicios y que tamiza la relación con la explanada posterior, la vegetación en jardineras o suelta, contribuyen a la integración de la estación en su entorno sin que se intente en ningún momento disimular su destino o atenuar su impacto sino, por el contrario, afirmando con seguridad su lenguaje arquitectónico contemporáneo, apropiado, que logra enmarcar con particular éxito las vistas laterales de la lindera parroquia de Stella Maris, produciendo una interrelación en la que ambas obras se valorizan en sus contrastes de color, volumétrica y carácter.

En momentos como este en que la atención y sensibilidad ante el entorno están en el primer plano de la preocupación profesional, es difícil apreciar los valiente y renovador, hasta en cierta forma aislado, de estas posturas en un medio que asociaba las nuevas formas europeas a la modernización y el progreso y que todavía no distinguía entre estos intentos de ampliación de lenguaje de la arquitectura moderna y los confundía con retornos aun historicismo ecléctico que se sabía perimido.

Esta propuesta que encontramos en tantas obras de Lorente, y nombro en particular la estación ANCAP a la entrada de Minas. Sigue teniendo una particular vigencia y explica la importancia que tuvo su aporte  a la  cultura arquitectónica de nuestro país.

José Luis Livni.

Monografía: Rafael Lorente Escudero 1907-1992.

Editorial Dos Puntos. Montevideo, 1993.