La mirada atenta: el croquis de observación 

En esencia, el dibujo es el encuentro entre el lápiz y el papel, es la dialéctica entre el fondo y la figura. El fondo, en un principio pasivo y a la espera, comienza a interactuar con la figura a partir del primer trazo que recibe.

Habitualmente, cuando dibujamos, pensamos solo en el trazo, en el garabato, en la mancha o en los trazos y las manchas –en la figura─. Pero el gran dibujo consiste en jugar con el fondo, con el soporte de la figura, con la interacción entre ambos, hacer que el fondo respire hasta que ambos, fondo y figura, sean una misma cosa.     

En el marco del 60 aniversario del Instituto de Diseño (IdD) de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de la República (FADU – UDELAR), la Cátedra de Medios y Técnicas de Expresión (MTE) del IdD expone una serie de CROQUIS realizados por docentes y estudiantes de la Facultad como respuesta a la convocatoria efectuada para el festejo de este significativo aniversario.

El dibujo en todas sus modalidades y en particular el dibujo a pulso, llamado habitualmente CROQUIS, es un recurso insoslayable en la actividad de arquitectos y diseñadores.

Dibujar, que en muchos idiomas se confunde con la palabra proyectar y diseñar, y en particular croquizar ─como la modalidad más económica del dibujo porque solo requiere de un soporte y un pigmento─ es una herramienta que permite capturar y comunicar ideas, prefiguraciones y cualidades de objetos construidos, imaginados o en vías de concreción.

El croquis de observación, una categoría especial del croquis, supone la presencia del objeto (modelo) ante los ojos del observador-dibujante. Durante el proceso de ejecución, aquel inicia un diálogo entre lo que ve en el objeto y lo que ve en su dibujo, un conjunto de trazos que rescata y registra, a través de una síntesis más o menos profunda, las cualidades del objeto que le son más significativas de acuerdo con sus intenciones.  

La dialéctica observar el modelo/observar el dibujo, una y otra vez, no desemboca necesariamente en una representación exacta de lo que se ve. Durante el proceso de observación de ambas realidades (la del objeto y la del dibujo) existe un amplio margen para la creatividad y la manifestación de las intenciones particulares del observador; también para las dificultades, las dudas y las limitaciones que cada técnica particular le plantea a quien dibuja.

Sea cual sea el resultado, estas representaciones están cargadas de las emociones, los conocimientos, las pericias (e impericias) del observador-dibujante que hacen de cada croquis una impronta peculiar; una pieza de riquísimo valor documental que registra y suspende en el tiempo tanto los atributos de la cosa representada como las vicisitudes surgidas en el mismo proceso de ejecución.

En sentido estricto, los croquis de observación son aquellos que registran, por medio de esa modalidad de dibujo, un objeto construido, un ambiente existente en el mundo real. Habitualmente se los denomina croquis de representación porque presentan de otro modo (gráficamente) al objeto que registran. En cambio, los croquis llamados de ideación –que también son de observación, porque son el resultado de observar y registrar nuestras ideas─ se los ubica en una categoría diferente. Clasificaciones necesarias para dar nombres a actividades y productos semejantes, pero no idénticos.

Registrar a través del croquis un espacio urbano, un edificio o un ambiente, puede ser el punto de partida para aprender a hacer arquitectura. Seguramente es el inicio de un aprendizaje cuyo objetivo es educar la visión para la apreciación de las formas, las proporciones, los colores, las texturas, la luz, el movimiento…

Para transformar nuestra mirada distraída en mirada atenta.

Dr. Arq. Carlos Pantaleón Panaro
Prof. Titular de Medios y Técnicas de Expresión

 

 

Publicado por | 3 de octubre de 2019 - 16:09 | Actualizado: 4 de octubre de 2019 - 15:01 | PDF

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