EDIFICIO POSITANO

Este edificio fue proyectado en diversas etapas. El primer proyecto fue realizado entre 1949 y 1950, el segundo proyecto es de 1952 y, finalmente, entre 1957 y 1959 realiza, ya junto a Sommer Smith, el tercer y definitivo proyecto cuya construcción se extiende al menos hasta 1963. Este último proyecto conservó sin mayores variantes el esquema tipológico, pero las primeras hipótesis manejaban un edificio de 17 niveles y una propuesta estructural algo diferente a la finalmente realizada.

 El edificio fue un emprendimiento inmobiliario por parte de García Pardo que contó con el financiamiento de la banca privada. La condición de promotor le dio amplias potestades al arquitecto para proponer tanto la tipología edilicia, la estructura, los materiales como los diferentes «agregados» que engalanaban el edificio. En cada uno de estos aspectos, García Pardo tomó riesgos y generó controversias.

El edificio se ubica en el remate de la avenida Ponce. Sin embargo, se dispone paralelamente a Bulevar Artigas —téngase en cuenta que la propia medianera se sitúa perpendicular a Bvar. Artigas—, en un gesto violento que se evidencia en el quiebre de la alineación respecto al colegio lindero. En este gesto y en el de elevarse del suelo, muy logrado en este caso mediante un estudiado sistema estructural, García Pardo y Sommer Smith interrogan a la ciudad histórica mediante la propuesta utópica de una nueva ciudad moderna de la que el Positano es tan solo un ejemplo. Esta implantación ya estaba propuesta para el anteproyecto de 1952 pero no para el de 1949-50, que mantenía la alineación con la avenida Ponce.

 La idea de evidenciar la racionalidad de la estructura forma parte de la voluntad de García Pardo en estos años, como él mismo aclara en una de sus entrevistas. La estructura se vuelve clave en la resolución formal y espacial del edificio, y en el caso del Positano, como también sucede con El Pilar, la propuesta es de una originalidad inédita en nuestro medio para este tipo de edificios en altura. La estructura para la primera propuesta del proyecto final (donde se manejaron diversas hipótesis de altura), fue diseñada y calculada por el estudio Dieste y Montañez y el ingeniero Carlos Agorio. Se proponía un sistema de placas en cada piso, ubicadas en las paredes de baños, servicios y circulaciones verticales, donde se apoyaba un sistema de vigas en ménsula que descargaban en un gran pórtico de hormigón armado en planta baja, con dos apoyos tipo pantalla además del núcleo circulatorio estructural. La propuesta final, de diez pisos de altura, calculada por Leonel Viera, propone un sistema similar de placas con vigas en ménsula invertidas que decrecen en altura hacia los bordes. El piso se resuelve con placas prefabricadas de hormigón armado apoyadas en las vigas. A la planta baja sólo llegan los dos pilares de las circulaciones (ascensores y escalera) y dos grandes pilares en forma de doble T. El resto de la estructura está literalmente en ménsula «como las alas de un avión», en palabras del propio García Pardo.

 La integración entre estructura, espacio y forma remite más a una concepción wrightiana que propiamente International Style o incluso miesiana. Los anteriores anteproyectos del Positano proponían, en cambio, una estructura independiente en grilla que acompañaba la lógica formal del edificio pero no la definía.

 Cabe destacar el proyecto de 1952, en el cual García Pardo jugaba con una planta totalmente libre, donde luego insertaba las distintas habitaciones separadas por tabiques. El concepto de flexibilidad programática será de aquí en adelante una de las banderas del arquitecto, incluso en sus proyectos de vivienda social.

En el proyecto final, tabiques de baños y servicios pasan a cumplir una función estructural, mientras todo el perímetro del edificio se libera. La envolvente se resuelve con vidrio de piso a techo en las fachadas este (la fachada principal) y oeste, mientras que en las caras norte y sur hay un tramo central vidriado y el resto se reviste con chapa de aluminio. En esta cara, se evidencian en cada nivel las vigas en ménsula que sostienen el edificio.

 Como en el edificio Gilpe, hay también aquí una apuesta hacia materiales e instalaciones relativamente novedosas en el medio, como los vidrios de doble cámara, la losa radiante eléctrica, la carpintería de aluminio.

La importancia de integrar las artes plásticas al edificio se evidencia en dos intervenciones. Por un lado, el mural de Lino Dinetto —artista con el que ya había trabajado anteriormente y al cual le había proyectado su propia casa—, ubicado sobre el muro que delimita la vivienda de portería, y por otro, una escultura de Germán Cabrera al frente del edificio.

El primer proyecto para el jardín en planta baja (hoy desaparecido), de 1962, corresponde a Pablo Ross, por entonces un estudiante de agronomía que trabajaba en el Instituto de Diseño de la Facultad de Arquitectura. No obstante, aprovechando una visita de Roberto Burle Marx a Montevideo, García Pardo —que ya había trabajado con el paisajista brasileño en el Gilpe— aprovecha para solicitarle un diseño, que fue realizado con el asesoramiento del propio Ross.

 Extraído de “MEDERO, Santiago, Luis García Pardo, Facultad de Arquitectura, Montevideo, 2012”.