VIVIENDA FRESNEDO SIRI

Este texto fue extraído del catálogo de la muestra “Roman Fresnedo Siri”, realizada en 2013 por el IHA-FADU.

Fresnedo eligió para construir su casa de veraneo el lomo de la Sierra de la Ballena, un estratégico lugar desde el que se domina la bahía de Maldonado hacia el este y la gran ensenada de Portezuelo al oeste. La ubicación y la altura hacen posible además apreciar la Sierra tanto hacia el norte como hacia el sur hasta que la punta rocosa se interna en el mar. La cercanía del Arboretum de Lussich permitía augurar que lo que en 1938 era un páramo solitario, podría convertirse en una de las zonas más requeridas por su belleza y las condiciones naturales de bosques, playas y lagunas.

A pesar del gran desarrollo del turismo que se dio a partir de ese momento en el área -en 1945 Bonet inició las obras de urbanización de Punta Ballena y la Hostería de la Solana del Mar- y de la presencia de la ruta nacional, la vivienda de Fresnedo conserva la posibilidad de abstraerse del ruido y sumirse en la impactante belleza del lugar. Implantada sobre una elevación de piedra, levanta su definido volumen prismático coronado por una fuerte cornisa, que será uno de los distintivos de muchas de sus obras, indudablemente modernas pero capaces de aludir al mundo clásico sin prejuicios.

La casa, resuelta en dos niveles, era en origen de planta cuadrada pero fue posteriormente ampliada hacia el sur por el propio Fresnedo. La disposición interna distribuye las actividades de relación, íntimas y de servicio con una marcada claridad y sectorización. Sus diferentes fachadas responden tanto a las condicionantes de implantación (vistas, asoleamiento) como a las que surgen de los diversos ambientes interiores. De éstos, son sin duda los de relación los que han concentrado el esfuerzo de Fresnedo por lograr una calidad espacial y arquitectónica acorde al espectacular paisaje. La apertura total del ángulo noroeste de la casa, gracias a vidrieras de piso a techo corredizas, asegura que el espacio de doble altura del que participan el estar, el comedor y el entrepiso se proyecten al exterior, brindando al ser humano la posibilidad de disfrutar de una experiencia estética inolvidable, en la que arquitectura y naturaleza parecen conjugarse y potenciarse de manera excepcional. No en vano Fresnedo recibía a sus múltiples relaciones del mundo de la cultura en su vivienda de descanso, compartiendo veladas musicales con destacados intérpretes de todo el mundo.

La potente relación interior exterior, se subraya además en el manejo de los espacios exteriores, diferentes en cada orientación, respondiendo al terreno, los vientos, las visuales y a la propia arquitectura.

El acceso a la vivienda se produce a través de una amplia escalinata que surge de la piedra flanqueada por los garajes y la que debía ser una sala de música, jamás equipada como tal. La fachada que enfrenta la escalinata se conforma por un gran plano vidriado de doble altura, por el que se ingresa, que continúa hacia el sureste en un macizo y sinuoso muro de ladrillo aplacado. Terrazas, canteros, muros de piedra preexistentes y tramos de escalones aseguran los desplazamientos y posibilitan apreciar la casa y el paisaje como un todo único.

Hoy, semi-abandonada y rodeada de bosques, la vivienda se levanta sobre la piedra de la sierra como un monumento de la arquitectura universal.