PALACIO DE LA LUZ

Este texto fue extraído del catálogo de la muestra “Roman Fresnedo Siri”, realizada en 2013 por el IHA-FADU.

Destinado a cumplir un rol urbano como símbolo de poder de un Uruguay que tomaba otra vez la forma de un proyecto reformista similar al primer batllismo, el Palacio de la Luz es el único edificio construido de un proyecto urbanístico que nunca se realizó.

Concebido como volumen unitario es un prisma exento de carácter monumental con una planta libre en donde se comprimen las circulaciones y servicios en el núcleo central liberando el resto como espacio continuo alrededor del perímetro. La estructura responde a la misma lógica, una respuesta para el núcleo central que se adapta a una distribución más rígida y otra para la franja perimetral que permite una gran flexibilidad. El espacio es entonces plausible de ser subdividido para adaptarse a diferentes situaciones, con excelente iluminación natural y en contacto con el exterior, partido que denota una concepción moderna de la arquitectura para el trabajo.

Si desde el punto de vista planimétrico se puede vincular el edificio para UTE a las experimentaciones de los rascacielos norteamericanos, la imagen remite al mundo polifacético de Fresnedo capaz de integrar referencias diversas en una síntesis personal.

En una sutil integración de estructura y aberturas las fachadas se articulan en base a pilares que abarcan toda la altura del edificio determinando sus parteluces las dimensiones de las ventanas fijas, alternando así la opacidad del hormigón con la reflectividad del vidrio.

Por razones de economía se suprimieron algunos pisos del proyecto original, alterando las proporciones proyectadas. No obstante, la decisión de Fresnedo de intercalar dos pilares no estructurales entre dos estructurales hace evidente la intención de acentuar la verticalidad a la vez que le otorga ritmo y homogeneidad que solo se ve interrumpida en la fachada principal por el gran cuadro de mármol negro que enfatiza el acceso. Evidentemente hay referencias a los rascacielos art decó de Nueva York que el arquitecto seguramente analizó en su viaje en 1941. Pero como señala De Betolaza “no toma la versión art déco al pie de la letra sino que la presenta bajo una nueva óptica”. Óptica que integra conocimientos del gótico y recursos de la columnata del templo griego en una síntesis de gran abstracción.

El estudio de las instalaciones y las condiciones térmicas fueron parte componente del proceso proyectual, en otra actitud típicamente moderna, que se comprueban en las distintas formas de resolución de la envolvente que aparecen en algunos bocetos previos como totalmente vidriadas o incorporando parasoles con distintas posibilidades.

La integración de las artes plásticas a la arquitectura, incluyendo obras de Eduardo Yepes, Pablo Serrano, y José Cúneo, como el uso del mármol y la madera le permiten jerarquizar los espacios de mayor simbolismo y muestran el disfrute en el diseño del detalle y la gran sensibilidad artística de Fresnedo.

La temprana concreción de algunos planteos propios del Estilo Internacional que traducen en el ámbito nacional algunas experimentaciones que desarrolló Mies van der Rohe, no ha sido suficientemente valorada por la cultura arquitectónica nacional. El Palacio de la Luz es la materialización de una imagen institucional, la imagen de la empresa industrial del Estado proyectándose hacia la ciudad. Pero es también una manifestación de cómo Fresnedo manejó forma y materia, arte y técnica como conceptos integrados en su dinámica proyectual.